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lunes, 25 de mayo de 2009

ATLAS'09. DÍA 6. BOUMALNE-GARGANTAS DEL TODRA-IMILCHIL. 150 kms

6ª ETAPA. BOUMALNE-GARGANTAS DEL TODRA-IMILCHIL. 150 kms

Último día de excursión, pero antes muestro un par de instantáneas de la etapa anterior, del descenso hacia las gargantas del Dades, las cuales se me habían quedado en el tintero.




Como contaba, última jornada, y tal como estaba anunciado, llovió. Para empezar unos 30 ó 40 kms de rectas interminables por páramos semi desérticos a través de rectas interminables. Podíamos haber alargado la ruta internándonos hacia el sur, pero la presencia de la lluvia nos desanimó; además se trataba de una zona con poca montaña, y a mí personalmente no me parecía nada atractiva.


Nos llegamos hasta las gargantas del Todra, algo más espectaculares que las del Dades, pero también más saturadas de gente, con hoteles, albergues, párkings inmensos, mercadillos, etc. Las paredes están plagadas de vías de escalada y, en general, estas gargantas son un lugar de turismo masivo. Mejor largarse cuanto antes, pensé yo.
 

Ya sólo nos quedaba el retorno a Imilchil, por pistas en obras durante muchos kilómetros. Parece que estaban asfaltando un buen trecho, o sea, que próximamente el off road pasará a la historia por lo que a esta ruta concierne. El recorrido de esta jornada fue todavía más soso que el de la anterior. Nada destacable.


Llegamos al hotel sobre las 2 de la tarde. Comimos y empezamos a hacer maletas. Hacía un día de perros, nublado, casi lloviznaba, con un viento helado que hacía tambalearse los tenderetes del mercado berebere que teníamos al lado. En la habitación, fría y húmeda, no se podía estar, o sea, que mejor fuera muy abrigadito con mucha ropa y con la cabeza y orejas bien tapadas:
 


Como sobraba tiempo y en hotel no se podía estar, cargué en las alforjas algunas de las galletas y dulces que me quedaban y me encaminé con la moto hacia una de las aldeas vecinas donde repartí estas cosillas entre la chiquillería. Esto hay que hacerlo con cuidado, pues enseguida te rodean una docena o más de críos y te ves con dificultades para mantener el orden mientras repartes galletas y poder salir de allí. ¿Fomento de la mendicidad? ¿Solidaridad barata? Cada uno que piense como quiera.


De regreso al hotel, mientras preparábamos el remolque, nos apercibimos de que una rueda del coche estaba pinchada. El director y único trabajador de nuestro hotel guió a amarok hasta un mecánico de su confianza para arreglar el neumático. El mecánico de confianza contaba con un compresor de aire como toda herramienta, creo, y nos hizo una chapuza para salir del paso. El pago de la reparación creo que fueron un par de latas de cerveza. Nos encomendamos para no pinchar y no tener que usar esta rueda reparada y a las 4.30 de la mañana aproximadamente nos levantamos y emprendimos el retorno hacia Ceuta. Amarok condujo durante horas a través de interminables curvas y puertos de montaña, vadeo de medianoche incluído, y llegamos a Ceuta sobre las 6 de la tarde, no sin antes habernos quedado sin gasoil en plena autopista. Por fortuna, la gasolinera más próxima estaba a un kilómetro y medio, que caminando se cubre en un santiamén. Cuando un servidor volvía con el bidón lleno de gasoil, empezó a llover, ¿típico, no? Las calamidades que suelen sucederte en moto habitualmente (pinchazo, quedarte sin gasolina) nos pasaron con el coche, qué suerte la nuestra.


Para ir acabando, una foto de recuerdo de alguno de los mejores momentos del viaje, mirando al horizonte y pensando en volver algún día:
 

 


domingo, 24 de mayo de 2009

ATLAS'09. DÍA 5. AL-KSIBA-IMILCHIL-GARGANTAS DEL DADES-BOUMALNE.

DÍA 5. AL-KSIBA-IMILCHIL-GARGANTAS DEL DADES-BOUMALNE.
280 kms.

Penúltimo día de nuestro raid particular. Aquella mañana levantarse sí que fue una heroicidad. Yo era una contractura muscular generalizada, y mi compañero, otro tanto. Los primeros movimientos de nuestros miembros fueron muy dolorosos, y ponerse los calcetines bien mojados por 3er día consecutivo, una toma de contacto con la realidad más que desagradable.
El plan de ruta consistía en llegarse hasta Imilchil por carretera de montaña (unos 120 kms), reparar las motos y aprovisionarnos de ropa y comida, y posteriormente bajar hasta las gargantas del Dades. Así que con las primeras luces del alba, y con el sol dándonos bien de lleno en los ojos, tiramos por asfalto para completar este nada desdeñable enlace. Una vez en Imilchil Amarok reparó su freno trasero, y yo cambié el aceite a la moto por si hubiera o hubiese algún resto de humedad del incidente fluvial.
 

El hotel muy bueno no era, pero tenías el parque de trabajo a pie de habitación. Aquí nos dio de lo lindo el sol del mediodía y ya nos pusimos morenos para una temporada. Una vez hecho el mantenimiento de las burras, carretera y manta, bueno, pista y manta camino del Dades.
Unos últimos ajustes del freno en plena avenida principal de Imilchil, y directos a la zona más árida y pre-desértica de nuestro viaje.
 

Antes de que nos diéramos cuenta ya estábamos rodando por un altiplano desprovisto de cualquier signo de vegetación. Pasamos previamente por Agoudal, según algunos, la población más elevada de Marruecos, a 2450 metros sobre el nivel del mar.
 

De nuevo ascendíamos. En un nevero nos encontramos a 4 suecos con una de sus BMWs atascada, pero no nos pidieron ayuda, así que seguimos hasta culminar el puerto de Tizi n'Ouerz, el culmen de todo el viaje a 2920 metros de altura.


Esta es una ruta bastante transitada, masificada comparada con lo que habíamos encontrado hasta el momento, y a lo largo del día nos cruzamos con al menos 4 pandillas de motos y muchas más de 4x4s. Los conductores de los coches algo impertinentes a veces, no te facilitaban el adelantamiento aunque fueran claramente más lentos que tú, y alguno incluso se picaba cuando ibas a adelantarle. Es lo que tiene la masificación, ya se sabe, cualquier papanatas se monta en un cacharro de estos y se comporta como un majadero. Mejor estábamos las cuatro jornadas previas, solos en las cumbres.

A continuación, descenso hacia las cotas más bajas del cañón del Dades.


La bajada se alarga durante bastantes kilómetros hasta llegar abajo del todo.
 

En el valle resucita tímidamente el verde.
 
 
A partir de aquí el paisaje se dulcificaba y avanzábamos siempre entre vegas con sus huertos y poblados. La pista se transformó en asfalto y proliferaban los hoteles a ambos lados de la carretera. Aquí el turismo se deja notar.
 
 
Finalmente llegamos a las gargantas del Dades, un estrecho donde el río circula encajonado durante algo más de un centenar de metros entre paredes verticales de altura notable. Un lugar destacable paisajísticamente sin duda, pero poco emocionante comparado con las experiencias en las cimas y los torrentes de los 1000 kms realizados con anterioridad.
 
 
Y a partir de aquí sólo nos quedaba llegar hasta Boulmane. Como aún quedaba luz, amarok propuso hacer un fragmento de la llamada "ruta de la rosa". El recorrido discurría por una rambla y nos internamos por allí unos pocos kilómetros, pero el sol nos daba en la cara permanentemente y, considerando que aquello tenía más bien poco aliciente, nos dimos la vuelta y nos fuimos caminito a Boumalne a buscar hotel. Los alojamientos de la ciudad estaban llenos de pascueros, ya contaba un poco más arriba que esta ruta está algo masificada, así que amarok guió hasta un hotel-cámping en las afueras donde nos alojamos confortablemente por poco dinero.

Este hotel era indecentemente "lujoso" para el tipo de ruta que habíamos realizado aquel día. Si es que no estabas ni cansado ni nada, ni habíamos sudado casi. Es que hasta la temperatura era benigna, y eso que "sólo" habíamos descendido hasta los 1600 metros. Yo empezaba a añorar las penalidades y sufrimientos de días pasados. Esta vez llevaba hasta calcetines de recambio, aquí algo no cuadraba, todo estaba resultando demasiado fácil, predecible, vulgar. Hasta la cena me supo mucho peor que las de aquellas noches en que tenía que caminar hasta el restaurante enfundado en las botas con los pies entumecidos y casi chorreando agua, dolorido por todo el cuerpo y con las ropas y las narices repletas del polvo del camino.

viernes, 22 de mayo de 2009

ATLAS'09. DÍA 4. LA CATEDRAL DE ROCA (MESSTEFRAN) - AL-KSIBA.

4ª ETAPA. LA CATEDRAL DE ROCA (MESSTEFRAN) - AL-KSIBA.
280 kms.


Aquella noche dormimos como lirones, al lado del río Assif Melloul, en la Gite d'etape de La Cathedrale en Imi n Warg. Una gite d'etape es una suerte de albergue preparado para los turistas. Generalmente están bien señalizados cuando cruzas los pueblos y nosotros, casualmente llegamos a este con nocturnidad: http://www.ismalar.org/rutas/servicios.php?id=14#


Levantarnos de la cama aquella mañana...no podíamos. A las agujetas normales había que sumarle las de los tríceps y bíceps, triturados de tanto empujar en los ventisqueros. Empezamos a ponernos la armadura, momento que aproveché para renovar las tiritas y esparadrapos que protegían la llaga que se me iba haciendo en el empeine del pie izquierdo. Acto seguido me enfundé los calcetines bien mojados de los dos días anteriores (no llevaba recambio, recordad que teníamos pensado haber vuelto a la base de Imilchil el día previo) y nos subimos a las motos. Antes de salir un compatriota que se alojaba en el albergue ya nos avisó que la ruta que queríamos seguir ( directos a Imilchil pasando por Anergui) estaba impracticable a causa de que el río que seguía el curso de la pista prevista iba bastante crecido. Aún así decidimos intentarlo y tiramos pista arriba siguiendo el curso del Assif Melloul a través de un cañón:
 
 
 
Al cabo de unos 10 kms tuvimos que dar la vuelta, pues la pista continuaba exactamente por encima del lecho del río, o sea, el track era practicable sólo en época de sequía. Deshicimos el camino hasta encontrar asfalto y nos dirigimos por una carretera interminable que bordeaba el pantano de días anteriores hasta la gasolinera de Ouaouizarht. Estábamos en el km 80 a unos 800 metros de altura. Observad el perfil de lo que nos quedaba por delante y entenderéis porqué a lo largo del mismo día podíamos asfixiarnos de calor o helarnos de frío.
 
 
Dejamos el asfalto y volvemos a coger pista. La primera aproximación de llegar a Imilchil se había frustrado por el exceso de caudal del río, pero Amarok improvisó una segunda ruta alternativa. Otra vez estábamos en las cumbres:
 
 
El paisaje nevado con sol era para extasiarse, y si encima vas en moto, todavía más:
 
 
 
Aquel día llegamos a los 2500 metros de altura, como ya venía siendo habitual. Sobre el km 160 comenzamos un descenso a través de caminuchos embarrados que pronto se convirtieron en senderos aptos sólo para peatones, burros o motos. Cruzamos alguna aldea paupérrima y continuamos por el sendero vadeando los ríos de rigor:
 
 
El sendero cada vez estaba más entretenido:
 
 
El riachuelo de la foto lo atravesamos unas cuantas veces. Un chaval nos echó un cable metiéndose en el agua varias veces para mostrarnos la profundidad de cada vado. Este arroyo era de los pasar de un tirón dando gas, afortunadamente. El sendero se estrechaba. Aquí a punto estuve de arrancar las alforjas la chocar contra los bloques de piedra que jalonaban la senda. Y es que te olvidas de que las llevas.
 
 
En un momento dado el sendero se metía de lleno en el arroyo y dudamos de si tendría continuidad o no. Amarok, usando su jerga viajera de inglés-español-francés, se puso a preguntar a una madre y una hija que estaban por allí y llegó a la conclusión de que existía una "circunvalación" que, montaña arriba, solventaba el obstáculo. Poco después unos jinetes montados en burros nos confirmaron la existencia de dicho desvío y allá nos fuimos. Trialeando por lomas arenosas volvimos al sendero y a los vadeos:
 
 
La cosa continuaba igual: sendero, remojones esporádicos, alguna aldehuela o poblacho como Taghzout. cruces dudosos, gente que sale a ayudarte y tan pronto de orienta como te desorienta.... al final no sabes a quien creer; hay gente que te ayuda de buena fe, otros te lían, sobre todo los críos.
 
 
Imilchil estaba ya muy cerca, yo calculo que a unos 50 kms. La proximidad de nuestro campamento base y las ganas de llegar hasta él para descansar, cambiarnos de ropa y recuperar fuerzas nos cegaron, y cometimos un error que por poco nos cuesta un disgusto muy serio.
El riachuelo fangoso que nos había acompañado durante los últimos 10 kms desapareció y nos dimos de bruces con un río más caudaloso y agitado de aguas cristalinas. Precioso, sí, pero teníamos que vadearlo intermitentemente. Varios niños y un adulto se apuntaron al espectáculo y nosotros, dispuestos a ofrecerlo, nos aprestamos al rito ya habitual de franquear ríos a troche y moche. Enseguida el asunto se complica y el berebere se mete en el río para indicarnos la zona menos mala. Cuando vimos que el agua le llegaba casi hasta los mismísimos en algunos sitios empezamos a ver la cosa más fea de lo normal, pero yo, trastornado por la cercanía de Imilchil, saqué pecho y me fui directo a ponerme en remojo. Entre los tres pasamos el río 2 veces con mi moto, pero aquí fue cuando empezamos a verle las orejas al lobo. El siguiente vadeo planteaba dudas bastante serias, y Juan y el berebere se fueron a hacer barranquismo río arriba para ver qué nos aguardaba, no fuera a ser que nos estuviésemos jugando el tipo en balde.
 


Al cabo de un buen rato vuelven y amarok, con mala cara, asume que hay que dar la vuelta, que los vadeos siguientes son todavía peores y que hemos hecho una heroicidad absurda cruzando con mi moto hasta aquel lugar. Damos la vuelta a mi DRZ y nos conjuramos para volver atrás sin que naufrague la moto. Cruzamos bien el primer vado, pero el segundo y definitivo iba suponer nuestro bautismo en el Atlas, y no metafórico precisamente. A punto de llegar al otro lado el motor se cala, por los motivos que sean (entró agua en la caja del filtro, algún cable se mojó, fui torpe con el embrague....), la corriente ladea la moto, amarok resbala, el berebere y yo aguantamos pero la corriente nos arrastra, amarok se rehace y conseguimos frenar la moto in extremis (a unos pocos metros el río se deslizaba por una cascada). En aquellos segundos se me pasó por la mente a velocidad de vértigo la película de los 4 días de excursión más la probable y penosa evacuación a pie de aquel lugar tras haber abandonado la moto sumergida en el fondo de aquel río. Sacamos fuerzas de flaqueza, enderezamos la moto e intentamos sacarla de frente contra corriente entre los 3, pero el agua podía más que nosotros y nos arrastraba río abajo. Entendimos que había que dar el máximo o no salíamos de allí: pasito a pasito y aunando esfuerzos llegamos a la orilla. Ahora solo quedaba evaluar daños y ver si aquello arrancaba o tocaba pernoctar en tan salvaje lugar:
 

Pusimos a secar los restos del naufragio: móviles, cámaras de fotos, pasaportes, documentación, toda nuestra fortuna en dirhams, botas, calcetines, etc. Desmontamos maletas, asiento, depósito y accedemos a la bujía. Vaciamos la cubeta del carburador por si las moscas y parece que el agua allí no había llegado. Le damos al motor de arranque unas cuantas veces, montamos bujía e intentamos arrancar, pero no hay manera. No sé cuanto tiempo pasaría repitiendo este ciclo de arranque y reposo, siempre con cuidado de no agotar la batería, una media hora tal vez, pero al final el motor empezó a dar algunas explosiones y terminó por arrancar, yuhuu, momento que recoge la fotografía:
 
 
Por cierto, si alguien ve las fotos y cree que él pasaría fácilmente por ahí, le garantizo que va errado. Era un río bastante bravo, capaz de arrastrar a 3 adultos y a una moto cargada de unos 140 kilos, con un fondo irregular en forma de V de pedruscos en movimiento redondeados bien grandes y bien resbaladizos, y con una profundidad notable. Si a esto añadimos que vas cansado y que no conoces muy bien el terreno, el chapuzón a medio plazo está garantizado. ¿Fue una insensatez?

Todo este tiempo estuvimos acompañados por el berebere, que sólo quería un pitillo, y cuatro zagales que, incansables, esperaban bien nuestra resurrección o bien buestro abandono. Aquí en la foto cuando todavía ignorábamos que la DRZ arrancaría:
 
 
Antes de marchar les obsequié con unos chicles de menta. Tendríais que haber visto la cara de uno de los chavales cuando notó en la boca ese estallido de frescor característico de estos chicles. Sin duda era la primera vez que probaba uno en su vida.

Este de la foto me cayó en gracia. No sabíamos si su intención era conseguir alguna chuchería o echar mano de alguna de nuestras pertenencias en un momento de descuido. En esta vida le ha tocado vivir en aquel remoto lugar, a 2000 metros de altura y descalzo.
 
 
A nosotros aquel día, bien mojados y sin comer, sólo nos quedaba deshacer el camino por aquel sendero arenoso con sus vadeos correspondientes, por supuesto, y buscar algún lugar para secarnos, dormir y nutrirnos. Por segundo día consecutivo el retorno a Imilchil resultaba imposible, el tercer día por exceso de nieve, y el cuarto por exceso de agua. De momento nos tocaba volver a ascender a 2500 metros para refrescarnos un poquito más (km 190) y replantearnos la ruta. En la foto, Amarok, buscando en el gps la salida menos complicada,
 
 
mientras que una caravana de 2CV circulaba por allí mismo a ritmo ligero.
 

Descendemos el puerto por buena pista rápidamente y tras unos cuantos kilómetros de asfalto, cerca del atardecer llegamos a Al=Ksiba, ciudad grande y con muchos servicios. Tras 280 kms con sus diferentes penalidades sólo queremos dormir, pero en el único hotel abierto de la localidad nos dicen que no hay sitio. Nos envían a otro albergue pero está cerrado. Volvemos al hotel inicial. Amarok insiste y finalmente un marroquí que habla inglés dice que nos aceptan. Se identifica como motard y que entiende nuestra situación, también nos explica que podemos dejar nuestros ¨scooters¨ en el parking del hotel. La habitación, cutrecilla, como siempre. Para cenar, amarok y yo, nos metemos entre pecho y espalda sendas ensaladillas rusas tamaño XL más pollo con patatas y cerveza del país (no suelen tenerla en muchos sitios). Y de aquí, al lecho. Otra jornada como estas dos últimas y no sé si hubiéramos aguantado. Superábamos ya los 1000 kms acumulados en 4 días.


martes, 19 de mayo de 2009

ATLAS'09. DÍA 3: DAMNATE - LA CATEDRAL DE ROCA. 200 kms


DÍA 3: DAMNATE - LE CATHEDRAL. 200 kms.



Nos despertamos este tercer día y comprobamos que durante la noche ha llovido un poco y que además hay niebla. La cosa no pintaba bien.


Desayunamos en el hotel a base de café con leche, mantequilla, mermelada y pan en abundancia. Me cojo unos cuantos mendrugos de este pan y me los meto en las alforjas, al final serían de lo poco que comería en esta jornada, una de las 2 etapas reinas. Ignorábamos los palizones que nos quedaban por delante. Fijáos en que el kilometraje es muy escaso comparado con las jornadas previas, además esta vez se nos hizo de noche totalmente cuando todavía estábamos encima de las motos.
En teoría la ruta del día nos debía llevar a Imilchil, nuestra base, pero la nieve nos complicó la ruta ralentizando la marcha en exceso. El track era indómito de veras, sin gasolineras y con una previsión de unos 325 kms. Para completar mi autonomía compramos 4 botellas de 1,5 litros de agua, las vaciamos y metimos 3 en mis alforjas y la otra gentilmente la llevaba amarok.
Avanzamos unos kms por asfalto y poco a poco la niebla se disipa mientras ascendemos. A poco de coger pista hacia Tilsghet, Amarok intenta salirse de un surco bastante profundo, se desvía y se estampa contra la montaña, reventando parcialmente la botella de gasolina que transportaba. Aprovecho para repostar, con tan mala fortuna que cierro mal el depósito, y unos 5 kms después compruebo que se ha derramado más de un litro de "sans plomb". La autonomía ya iba reduciéndose.
Subimos el Tizi n'Amarskine (2000 m) siguiendo una pista muy machacona y descendimos por la vertiente sur con un gran valle a nuestra derecha por donde discurría el Assif n'Zawyat.



Descendemos hasta el fondo del valle y enseguida un vadeo serio cerca de la aldea de Imi n'Ouaqqa. Me lo pateo para ver la profundidad y compruebo que hay un estrecho pasillo previo a la catarata que forma la presa por donde se puede pasar con seguridad. En la foto parece una chorrada, pero no lo era; un paso en falso y te ibas hacia la cascada o bien a las profundidades.


Aquí un servidor poniéndose un poco en remojo también:


Comenzamos un ascenso prolongado por pista con las vistas de picos nevados más impresionantes de todo el viaje. Aquí podríamos haber hecho fotos fantásticas, pero no podíamos deternernos. Observad la insignificancia de la moto comparada con las montañas:


La pista empezó a convertirse en sendero, con algunos pasos angustiosos al borde de precipicios vertiginosos. Yo me caí un par de veces a muy poca velocidad, y reconozco que me puse un poco nervioso con la altura y los abismos, curioso porque este es el tipo de enduro que he hecho siempre, pero aquí las dimensiones del paisaje imponen mucho respeto.

Finalmente el sendero desaparece por culpa de un deslizamiento de tierras y nos vemos forzados a volver sobre nuestros pasos, no sin antes atascarnos en un par de pasos trialeros que tenemos que solventar ayudándonos mutuamente. Por fortuna Amarok enseguida encuentra una pista que nos permite enlazar con la ruta prevista. Ascendemos todavía más y llegamos al techo de la primera parte de la ruta, sin duda el km 37 a 2000 metros de altitud:


Comenzamos a descender hacia un valle de arenisca roja y con abundante vegetación en las vegas del río. El panorama es espectacular, el lugar más bello de todo el viaje, pero nos vemos enredados por los habitantes de la aldea de Tarbat n'Tirsal, colgada de la falda de la montaña, con "calles" surcadas por acequias... y desgraciadamente no hay tiempo para hacer poses. Esta foto me gusta especialmente:
 
Tarbat n'Tirsal.
 Salimos de aquel laberinto de acequias cuesta abajo y volvemos a ascender por otra ladera. Vamos pasando neveros con más o menos esfuerzo. En algunos ventisqueros la nieve alcanza espesores notables, si a eso le añadimos que está blandita...


Bregando en el nevero.
Como nos temíamos, nos topamos con un nevero más difícil de lo normal, con una caída de unos 3 metros más bien fea. Amarok insiste en hacer una ruta alternativa campo a través para rodearlo, y tras unos 100 metros de pedruscos y matojos y siguiendo las indicaciones de un espontáneo, retomamos la pista bajando a pelo en diagonal por este roquedal donde con un poco de agudeza visual se intuye la ruta por donde bajamos las motos:
En el pedregal

 Finalmente coronamos el puerto de Tizi n'Tghist, en el km 60 del track a 2500 metros:

 
Tizi n'Tghist
El descenso rapidito hasta otro valle, siguiendo después por una carretera con mucha gravilla. Nos plantamos en un altiplano repleto de aldeas que se sucedían unas a otras, con decenas y decenas de niños que salían a recibirnos y jalearnos. Reconozco que en muchas de estas travesías acelerábamos más de la cuenta con tal de escapar de este gentío que nos abrumaba con sus gritos y sus gestos.
Poco después de esta serie de travesías empalmamos unos cuantos kilómetros de pistas arcillosas viradas y geniales para derrapar a saco; lástima que el peso de las alforjas y el petate a veces te hacía alargar la derrapada en exceso y te veías obligado a calmarte... temporalmente, claro.
 
Cerca de Abachkou

En este altiplano un camión a paso de tortuga bloqueaba nuestro avance, y Amarok se fue al suelo en pleno adelantamiento, afortunadamente sin mayores consecuencias. Empezamos a afrontar el puerto de categoría especial del día, km 130 de etapa, a 2700 metros de altitud, justo tras pasar Iglouane. Ascendíamos por una buena pista hasta que al salir de una curva nos topamos con un nevero de unos 50 metros de largo en subida, con cierta inclinación lateral y precipicio amenazante a la derecha. Amarok lo vio demasiado complicado e intentó buscar otra alternativa, pero finalmente le echamos valor y tiramos para alante, no sin antes patearnos la trayectoria a ver qué sorpresas nos aguardaban algunos metros después.

De exploración.
Amarok tardó un rato largo en llegar a pie hasta arriba, momento que yo aproveché para comer algo de pan; de provisiones ya íbamos mal, no calculamos bien el tema de los víveres. Ya de vuelta me informa de que la nieve termina un poco más arriba y que es viable seguir. Entre los dos empezamos a subir mi moto, pero para avanzar cada metro (cuesta arriba) sudamos tinta china.

Un respiro.
La altura y el esfuerzo empiezan a afectarnos y comenzamos a experimentar los primeros síntomas de una pájara transitoria. Recuerdo que a mitad de nevero había un árbol donde parar estratégicamente para protegernos del sol y que alcanzar ese lugar fue como llegar a un oasis en medio del desierto.

Jbel Azourki (3677)
Como podéis ver aquí un resbalón hacia el abismo podía resultar trágico. El caso es que finalmente pasamos las dos motos y proseguimos la ascensión hasta un pequeño collado, donde nos dimos cuenta de que habíamos hecho el canelo: a unos centenares de metros un camión subía hacia nosotros por una pista no contemplada en el gps. Mirad qué contento se puso Amarok:

 
Explosión de júbilo.

Aprovechamos para hacer algunas fotos con el paisaje imponente del Atlas de fondo, y otra vez para arriba.

Jbel Wawgoulzat en la distancia.
El camino continuaba subiendo, a veces con neveros donde pasábamos de milagro, pero sin fatigarnos tanto como antes. Ya íbamos calentitos, el día avanzaba, y Amarok presumía que una vez coronáramos el puerto íbamos a tener más problemas, pues el descenso sería por la cara norte y la nieve podia volver a cerrarnos el paso. ¿Qué hacer? Seguir para verlo, evidentemente. Llegamos a la cima y esto es lo que nos encontramos, el Tizi n'Tirghist bloqueado.

 
Tizi n'Tirghist (2300m)

Una barrera de nieve infranqueable de más de 2 metros de altura. Nos pusimos a pensar y mi moto la pasamos por un corredor de piedras por la izquierda, y la de amarok por la derecha, descendiendo y subiendo entre pedruscos y luego deslizándola por el nevero en ligero descenso. A aquellas alturas ya comenzábamos a dominar algo las técnicas de conducción en nieve.

Al otro lado de la barrera.

Una vez superada la barrera de nieve, el panorama que se abría ante nuestros ojos era el de una pista desolada que bordeaba las montañas salpicada aquí y allá de más ventisqueros. Otra vez la incertidumbre de si íbamos a poder llegar a alguna parte en semejantes condiciones nos embargaba. La pájara se notaba cada vez más y ya nos íbamos haciendo a la idea de que aquel día no llegábamos a nuestra base en Imilchil ni de casualidad. Estábamos sólo en el km 130, subiendo el Tizi n'Tsalli, a 2700 metros de altura, agotados de empujar las motos, con los pies mojados permanentemente desde el día anterior, hambrientos, y la tarde comenzaba a caer. Ingenuamente pensamos que el trecho que nos quedaba de puerto no podía ser tan malo como el de la ladera por la que subimos, básicamente porque no nos veíamos capaces de repetir semejantes esfuerzos, pero al poco de comenzar un breve descenso, ya estábamos metidos en los mismos fregados.

Carril estrecho del Tizi N'Tsalli.
 Aquí por primera vez vimos huellas de otras motos. Al parecer dos colegas nos habían precedido y a tenor de las trayectorias marcadas, la nieve había soportado el peso de sus máquinas. Sin duda habían pasado días antes o a primera hora de la mañana con la nieve más sólida, porque las nuestras se hundían irremisiblemente. De todos modos, nos animamos a intentar cruzar este nevero de la foto anterior a todo gas en segunda y más o menos lo conseguimos. En otras ocasiones no podías coger inercia y te atascabas sin remisión:



Un paisano que iba a pie por aquellas cimas (siempre aperece alguien en los lugares más inhóspitos) nos garantizó que podríamos continuar con las motos sin mayores problemas por aquella pista. Pues los problemas fueron similares a los de las últimas 3 horas, pero en bajada generalmente, o sea que la cosa mejoró ligeramente. En resumen, más de lo mismo, y la temperatura bajando.

 
Nieve sin fin. Tizi n'Illisi.

Las sombras se alargaban y caía la tarde. Las reservas de agua se acabaron y ante nosotros se extendía el camino más nevado que nunca. En la foto podéis distinguir a amarok avanzando en este infierno blanco:

   Cada vez más blanco.

La cosa fue mejorando a medida que descendíamos y la pista cada vez estaba más despejada. Aquí empezamos a ver el final del túnel.
 
Hartos de nieve

Un descenso rapidito en 5ª velocidad abrigados al máximo y vuelta al líquido elemento, para recordarnos que llevábamos los pies bien mojados y helados:

 
Tras la nieve, los torrentes.

Mirad lo alargadas que eran las sombras. Se nos acababa el día y no estábamos en ninguna parte. Aquí amarok estrujándose las meninges para llegar a algún sitio aquella noche ante la atenta mirada de un chaval que apareció por allí:

Consultando el gps.
 Más fotos, atención a las cimas que nos rodeaban:

Pirámide blanca.
Y yo aquí abrigado al máximo. El calorcito del sol ya había pasado. Ahora las manos iban bien refrigeradas. ¡Y los guantes de invierno en el hotel!

                              Abrigado al máximo. 

Por buenas pistas bajamos veloces hasta valles verdes que nada tenían que ver con el paisaje helado que nos había acompañado durante casi todo el día. Anochecía mientras avanzábamos lanzados por aquellas pistas facilonas. Finalmente se hizo de noche e inevitablemente, hubo que buscar lugar para acampar. Después de aquel palizón, sin comida ni bebida, helados y remojados, tocaba dormir incómodamente. Yo no me resignaba y le pregunté a amarok que si no aparecía algún poblado cercano en su gps y, ¡eureka!, existía un albergue allí mismo, a unos 2 kms!!!! Llegamos y a la luz de unas velas nos buscan una habitación de matrimonio bastante estrecha y lóbrega, sin luz ni agua ni nada, pero válida para dormir. Encima nos dieron cena caliente. Benditos alimentos y bendito lecho.

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